La ganadería argentina está viviendo un año especialmente difícil y la crisis internacional ha venido a complicarlo más todavía, a través de una fuerte disminución en la demanda mundial de carnes y un consiguiente derrumbe de precios.
Los principales compradores de carne argentina se están viendo muy afectados por la crisis financiera, y eso ya se está sintiendo en toda la cadena local. Mario Ravettino, del consorcio de exportadores ABC, que agrupa a los principales exportadores del país, explica que “los cortes de calidad que compra la Unión Europea, que llegaron a valer 21.000 dólares por tonelada, hoy se venden a 8.500 (el no Hilton) y 12.500 (el Hilton)”.
Y agrega que “en el mercado de volumen, en el cual Rusia es el principal comprador, la crisis es más drástica todavía: se están renegociando contratos, anulando pedidos y cambiando de destino contenedores que ya están allá; además, la falta de crédito llevó a que Rusia y Europa paren los pagos de lo que ya estaba vendido”.
Según datos del Senasa, el volumen de exportaciones de productos cárnicos argentinos ha disminuido entre enero y septiembre de 2008 un 21% con respecto al mismo período del año anterior.
La crisis mundial encuentra mal parados a los exportadores argentinos, que ya venían teniendo serias dificultades debido a la constante intervención oficial en el mercado y a las trabas para la exportación.
“A través del proceso de intervención de las exportaciones, la Oncca obligó a los exportadores a trabajar con un stock excedente, establecido por el mecanismo de ROE rojo. Cuando vino la crisis internacional y se paró el comercio mundial de carne, se generó una situación prácticamente explosiva en el sector, porque no puede exportar y hay un sobre stock fenomenal”, dice Ignacio Gómez Alzaga, vice-presidente del Mercado de Liniers y presidente del Centro de Consignatarios.
Ravettino considera que “la devaluación de Brasil vuelve más competitivo al país vecino y, consecuentemente, descoloca a la Argentina en el plano internacional; hoy, los precios en el mercado interno están absolutamente planchados porque hay carne de sobra”.
Por otro lado, los subproductos de la ganadería también están sufriendo una fuerte desvalorización. Gómez Alzaga cuenta que “el cuero, el cebo y las achuras representan alrededor del 20% del ingreso, y hoy sus precios han bajado más del 50%. El cuero, que a principios de año valía 4 pesos el kilo, hoy no llega a 2,5 pesos. Otros subproductos, como el hueso, no sólo no se venden sino que además hay que pagar para que se los lleven”.
Este excedente de stock se ve reflejado en una menor demanda de animales por parte de los frigoríficos y una baja en el precio de la hacienda en pie. “Los exportadores representan aproximadamente el 20% del mercado y si ellos no demandan carne se genera un excedente de hacienda, a pesar de haber un alto consumo,” explica Álvaro Moscoso, titular de un frigorífico orientado al mercado interno. Luego afirma: “el ajuste se va a dar por el precio de la carne, que ya empezó a bajar y seguirá bajando hasta encontrar un nuevo equilibrio; tener un precio tan barato de la carne bovina hace que todos los sustitutos, como la carne de pollo y de cerdo, no se puedan desarrollar, porque la carne vacuna aplasta el precio de todos los demás”.
Frente a este escenario, los productores se ven muy desalentados. La gran incertidumbre, los altos costos y los precios en caída hacen que se ajusten los números y se frene cualquier impulso de crecimiento. Los últimos datos de faena arrojan cifras preocupantes que ilustran el desánimo reinante.
En lo que va del año, el porcentaje de hembras en la faena supera el 49%, mientras que para que el stock se mantenga se calcula que las hembras no deben superar el 43%. Además, el peso medio de faena ha bajado 13 kilos con respecto a 2006 y, según Gómez Alzaga, “de no haber un cambio de expectativas en el corto plazo esta tendencia continuará el año que viene”.
Miguel de Achaval, gerente del feedlot Cactus Argentina, uno de los más grandes del país, afirma que habrá pérdidas por la baja de precios, pero ve buenas perspectivas para los establecimientos de engorde a corral. “Los feedlots tendrán las pérdidas inevitables por la baja de precios, pero están funcionando bien. Hoy, la única manera de producir carne en la Argentina es con feedlot, el mundo no demanda carne a pasto,” asegura.
Con respecto al sistema de compensaciones generado por la Oncca dice: “uno siempre prefiere obtener un precio libre, pero si eso no es posible al menos hay que reclamar las compensaciones; el sistema está funcionando bien para el que hizo los deberes correctamente”.
Entre los productores coinciden en que los más afectados en este momento son los criadores.
Fernando Canosa, coordinador de la Comisión de Ganadería del Movimiento CREA, asegura que “el que se dedica exclusivamente a producir terneros y no tiene la posibilidad de engordarlos es el que peor parado está”.
Esto representa un gran problema para toda la cadena ya que el criador es el que fabrica los terneros y es el que piensa en abastecer carne para los años venideros. De continuar las relaciones actuales de precio-insumo, deberá vender las hembras en la próxima zafra y se acentuará el proceso de liquidación. De esta manera se está hipotecando el futuro gravemente”.
“La baja de costos que deberán efectuar los productores llevará a indefectibles bajas de productividad, con el agravante de que estamos en un año seco, con una carga que en el país ha aumentado en un 15%”.
Al achicarse la superficie y arrinconar la hacienda hay un aumento de carga. “Si este aumento de carga no se ve traducido en un aumento de la producción de forraje, se genera un problema productivo,” describe Canosa.
Máximo Bomchil, ganadero de General Belgrano, en la cuenca del Salado, está siendo afectado por esta situación (Ver “Los precios.”). “Si bien en los últimos días bajó el precio de los fertilizantes, la baja no fue del 25% como en el precio de la carne. Si yo el año que viene sigo sin poder fertilizar, no voy a poder mantener una carga de cinco animales por hectárea. Si no recupero la inversión que tengo que hacer porque el producto no vale nada, voy a bajar la producción,” afirma.
En otras zonas, donde la ganadería estaba en franco crecimiento, el impulso se detiene por la falta de incentivos.
Carlos Musari, productor de la localidad de El Galpón, en Salta (Ver “Hay muchos.”), expresa su preocupación: “lo peor es la desazón que existe. En los últimos cinco años, Salta pasó de 480.000 cabezas a 900.000. Es casi un 100% de crecimiento. Pero con las expectativas que existen hoy, en las que vemos un futuro negro, hay un montón de emprendimientos que están paralizados”.
Con respecto al futuro inmediato, Canosa advierte que “hay que pensar en algún tipo de compensación para que los productores que están en una situación crítica puedan salir del pozo, porque si no, habrá una liquidación masiva en el primer semestre del año que viene”.
Es difícil hacer predicciones frente a una crisis global que está fuera de nuestro alcance, pero todas las partes de la cadena de la carne coinciden en que la Argentina debe estar preparada para recuperar su lugar en cuanto se restablezcan los mercados, y que la flexibilización de las regulaciones a la exportación es una medida necesaria.
Clarín
felipegonzalezvergara@gmail.com
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